domingo, 19 de junio de 2011

El tiempo se va para no volver

¿Por qué es más válida una sanción que el mero hecho de ejemplificar a nuestros menores...?
Te paras, un día cualquiera, en cualquier zona escolar frecuentada por conductores, a una hora indiferente (llegada o salida) y puedes observar sin ningún tipo de problema 10, 20, 30 o más infracciones cometidas por conductores y viandantes acompañados por niños, que sin pudor ni conciencia de causa, pasan en rojo un semáforo, llevan a los peques en el asiento delantero sin cinturón, en el trasero sin los cojines elevadores, y un sin fin de hechos más. En ocasiones y para más descaro, aún viendo a un Policía Local en las inmediaciones regulando el tráfico. Con una máxima siempre en los labios “Es que voy aquí al lado”...

Es cierto que todos, y digo bien, TODOS, pensamos que a nosotros no nos va a pasar ningún accidente porque... somos prudentes, vamos cerca, somos unos estupendísimos conductores todos, en fin, que nunca pasan. Pero ¿qué haremos el día que pasen?. ¿Cómo entender, realmente, que puede suceder del colegio a casa? ¿En un chasquear de dedos nos puede cambiar tanto la vida? ¡¡¡Es más sencillo vivir el día a día sin tener que pensarlo!!!.
¿Concienciar? ¿O crear hábitos de conducta mecanizados en los niños para crear adultos responsables?
Aprender a vivir entre todos y con todos es lento, pero a pequeños trazos vemos cambios, de repente ese niño que va sin cinturón se lo pone en un gesto de gallardía y sensatez sin que nadie se lo indique, porque en clase le dijeron que se puede hacer daño si no le lleva, y cuando sonriente se lo explica a su padre o madre, que conducen ese vehículo, la vergüenza les sirve de ejemplo, vergüenza de no haber sido ellos quienes vean ese hecho tan simple.


La vida hoy nos lleva a toda prisa, gira y gira tan rápido que si te paras te caes sin remedio. ¿Acaso no es valentía detenerse por un segundo para pensar en nuestro bien y en el de quien nos rodea? Aunque este mundo de locos siga girando, si a esos pocos adalides que defienden el lema “quiero seguir viviendo”, poco a poco se les une alguien más, y también se detiene...quizá, y sólo quizá, llegue un momento en que el mundo entero deje de ir a esa velocidad y se pare a pensar que “mi seguridad, tu seguridad, la seguridad de nuestros niños y la de todos” depende de un segundo. Un segundo para ponerse el cinturón. Un segundo para frenar en un paso de peatones. Un segundo para decidir no coger el coche si he bebido. Un segundo para levantar el pie del acelerador... Tan sólo un segundo, tan poco y cuánto nos puede hacer perder.
Gema Quintana
Presidenta
APEMEV CANTABRIA