La historia del semáforo está marcada por una evolución constante originada por las necesidades del hombre como muchos otros inventos e instrumentos. La intención de regular la circulación se ha dado desde la época de los romanos y sigue siendo un punto clave y esencial hoy en día.
Orígenes
Aunque el semáforo se creó a principios del siglo pasado para solventar las aglomeraciones cada vez más frecuentes de las ciudad, la intención de regular la circulación y el tránsito vehicular se remonta a la época de los romanos. Estos últimos utilizaban antorchas en las calzadas de la ciudad milenaria. Siglos después se recreó el sistema para controlar la circulación del tráfico ferrovial y fluvial. Estas señales lumínicas que controlaban tanto barcos como ferrocarriles son las antecedentes directas del semáforo actual.
Actualmente un semáforo es un dispositivo mecánico o eléctrico que regula el tráfico de vehículos y peatones en las intersecciones de caminos. El tipo más frecuente tiene tres luces de colores:
* Verde (2), para avanzar, puesto que no hay obstáculos.
* Rojo (1), para detenerse inmediatamente
* Amarillo o Ámbar (3) como paso intermedio del verde a rojo, o precaución si está intermitente
El amarillo tiene un significado distinto si está intermitente (pasar con precaución) o si está fijo (detenerse, si la velocidad que llevemos nos lo permite con seguridad)
Pensando en la evolución de la especie, los adelantos a día de hoy en todos los sentidos, el aumento galopante de la circulación, y demás pensamientos que nos fluyen a todo ser humano inteligente, (claro), o por lo menos a los que vivimos en ciudades, por lo tanto en sociedad, que nos rozamos todos los días de nuestras vidas con otros seres humanos (inteligentes o no); deberíamos regirnos por unas normas, respetarlas y educar a nuestras generaciones venideras en general, que no es poco, y en definitiva razonar acerca del peligro que creamos a nuestro alrededor cuando trasmitimos a nuestros pequeños las malas costumbres en cuanto al respeto a la norma. A partir de ahí supongo que todos nos hemos fijado en el cambio de los nuevos semáforos para los peatones.
Como todos los cambios, están sujetos a distintas opiniones, y éstas son para todos los gustos, colores y sabores, os lo aseguro:
Si analizamos los números, es decir los segundos que nos faltan, nos entra una especie de impaciencia y nos convencemos a nosotros mismos: "vamos a cruzar que falta mucho y nos da tiempo".
Si por el contrario lo miramos desde el prisma del tiempo que nos dan para cruzar, (solo falta que nos provoque estrés el semáforo de los … peatones) nos entra una especie de ansiedad y una sensación de prisa que a cierta edad es totalmente desaconsejable.
Si lo analizamos como una señal informativa, entonces, objetivamente, será una ventaja, porque nos informa del tiempo que nos espera para avanzar.
Total, que la confusión es total, (valga la redundancia) en tanto que las opiniones analizadas, tanto en positivo como en negativo no nos permiten llegar a una conclusión ponderada y unánime.
En primer lugar y a modo de reflexión personal creo que no solo no nos sirven de nada en cuanto a la utilidad para la que están definidos los semáforos; no nos olvidemos que son, o deberían de ser, unos conductores del tráfico y de los peatones; si no que tal y como nos los han plantado nos podrían servir para activar un tono de ansiedad y adrenalina impropio de ciudadanos educados, que es como deberíamos de ser todos los ciudadanos, y en las edades más jóvenes para provocar la intrínseca lógica de la transgresión a la norma, con la disculpa de que ya nos quieren marcar hasta el tiempo de espera a unos (peatones) en vez de a otros (conductores).
Cuanto me hubiera gustado después de leer varias cosas sobre los semáforos, que en mi ciudad no hubiera habido problema de presupuestos, y que se hubieran gastado la pasta de forma lógica, es decir bien, y no dejándonos la sensación de que se ha gastado para favorecer a algún proveedor, sin tener en cuenta a ningún vecino peatón, me explico:
Ya existen los llamados semáforos inteligentes, cuestan más caros, pero casi solucionan el problema. Estos van dotados de una cámara inteligente por la óptica, que cuantifican el flujo tanto de vehículos como de peatones, que estudian o pueden hacerlo y definen los tiempos, que van aparejados de programas informáticos, que se equivocan muy poco y que regulan el paso en función de la intensidad del flujo de peatones o vehículos. De esta forma van dando preferencia, dependiendo de las zonas, a unos o a otros, de tal manera que es difícil ver esperando un peatón en el paso de cebra sin que venga ningún vehículo, ni viceversa. Todo ello permite que la cara de tonto que se nos pone cuando estamos esperando en el paso sin que vengan vehículos se difumine y que no proceda cuando estamos conduciendo esperar a que se ponga verde para acelerar cuando no viene ningún peatón.
Más allá de mis propias conclusiones, que a nadie importan, me puse a ganar/perder tiempo esperando en varios de ellos para ver y poder reflejar las actitudes de los usuarios, en varios momentos del día y en varios puntos, más o menos conflictivos de mi ciudad y, como siempre, observé que hay de todo, como en botica.
Estando un rato, en uno de los de más circulación, tanto de vehículos como peatones, se aprecian conductas de las más variopintas:
Ves que sigue habiendo gente que se amolda perfectamente a la situación,
"tranquilo Pepe que solo nos quedan 43 segundos para pasar",otros que ven el vaso medio vacío
"joder y
vamos a esperar 43 segundos, pero si no viene nadie, venga vamos",Otros pretenden tener prisa,
"yo paso que he quedao y faltan 43 segundos",A algunos que les sale el complejo de persecución,
"ya están estos jodiendo a los de siempre, yo paso a mí no me marcan mi tiempo libre",Los más inocentes lo aplican en su defensa,
"corre mamá, mira que el muñeco está corriendo para que sepamos cómo se hace",Otros que ni siquiera miran si viene algún vehículo,
"pasa Pepe, que esos pueden frenar y hay que coger la línea".Como vemos, cada uno tratamos de arrimar el ascua a nuestra sardina, vemos lo que nos interesa ver, y aplicamos nuestra lógica particular. Seguramente daría lo mismo si los semáforos de los que hablamos fueran de verdad inteligentes, siempre habría alguien que encontraría el motivo de queja, pero de verdad creo que serían los menos.
Ya que estamos metidos en líos de opinión, yo, que no represento a nadie pero que formo parte de una asociación de Educadores Viales, después de comparar nuestra cultura con otras europeas, creo que a nadie le importa salvar vidas de verdad, a nadie le importa nada que no sea lo de cada uno y eso es una pena, pero es así de real. No aprendemos aunque nos pongan multas que nos cuesten dinero. Por supuesto no quiero generalizar, en esto, como en todo, hay gente súper responsable, que además es la mayoría, no soy de los que quiero que paguen justos por pecadores.
He visto en otros países europeos una manera incontestable de salvar vidas en las ciudades, muchas vidas, no puedo aplicar la estadística al caso por desconocerla, pero tengo la seguridad de su eficiencia por haberlo sufrido en mis carnes. Se trata simplemente de estrechar " muchísimo " los pasos de peatones para los vehículos, a la vez que elevarlos hasta los límites permitidos; limitar la anchura de las calzadas urbanas, o por lo menos las de más tránsito por ser interurbanas, hasta hacer imposible la velocidad desmedida con la que algunos conductores circulan por nuestras ciudades, y que el resto de vecinos no tenga que estar esperando al guardia de turno para que le pille in situ y poder denunciarlo. Otra cosa es la que el aplicador de la norma entiende por conducción temeraria y conducción negligente, que esa es otra. Se trata de una inversión relativamente barata, rápida y de una efectividad inmediata, yo apuesto por ella.
Hay más medidas de contención de las actitudes de los conductores o peatones inconscientes, aparte de las sanciones, pero es más utópica, una de ellas se llama EDUCACION y dentro de ella EDUCACION VIAL, que no se pueden separar la una de la otra, ya que sin una no puede existir la otra, por lo que me ratifico en su utopía. Deberíamos de volver a renegociar la educación en general de nuestras bases para educar, luego ya enseñaremos, pero lo primero es educar a los más pequeños con actitudes, en familia, que esto sea lo normal, que lo de las prisas en las entradas y salidas de los colegios no es lo normal; que lo de la comodidad de meter al niño con el vehículo en el cole, no es lo normal; que lo de molestar a los demás para usar "un minuto", no es lo normal, que lo de pasar el paso de peatones con el semáforo en luz roja para los peatones, utilizando la excusa de la prisa con los niños de la mano, no es lo normal; que lo de que los accidentes no nos pasan a nosotros, les pasan a los demás, es irreal y peligroso.
Alejandro Cobo Argumosa
APEMEV CANTABRIA.
