miércoles, 20 de octubre de 2010

“Cuando te quitas la silla de la cabeza y te la pones debajo del culo”.

Hay cosas que nunca piensas que te puedan ocurrir a ti; entre ellas, algo tan desconocido como una lesión medular, especialmente la adquirida por un brusco y trágico accidente. Se rompe todo en tu vida: de pronto debes aprender a convivir con un cuerpo que te es ajeno, que no obedece, que no siente en algunas zonas, que duele en otras.. La alteración física y la inmovilidad te asustan enormemente, pierdes la autoestima, sientes que no vales para casi nada y te sientes angustiado e impotente ante la gran dependencia que adquieres para realizar actividades de la vida diaria, perdiendo tu intimidad e independencia. El miedo, la melancolía y, a veces, la ira, se apoderan de ti; después del primer “shock” y de la negación de lo que ocurre, pasas por etapas de adaptación hasta que vas asumiendo la realidad que te toca, como dicen en el Hospital de Parapléjicos de Toledo: “cuando te quitas la silla de la cabeza y te la pones debajo del culo”. Pero es un camino muy difícil.

Rodolfo Castillo Amaya junto a Alejandra Forlán (Fundación Alejandra Forlán) y Julio Magadán (Presidente de FETEVI) durante la celebración de las IX Jornadas Estatales de FETEVI en Cabezón de la Sal


Tu casa está llena de obstáculos, escaleras, espacios pequeños, mesas bajas, armarios altos.. En mi caso, mis padres y hermanos tuvieron que cambiar de vivienda, hacer obras de adaptación y, aún así, sólo puedo acceder a una pequeña parte de la casa. Por no hablar de las barreras arquitectónicas en el entorno, en tu ciudad, barreras que fomentan el aislamiento y la dependencia (limitas tus salidas para no tener que pedir ayuda constantemente).


Sentirse una carga es una de las consecuencias emocionales más difíciles de sobrellevar. La familia se vuelca en ayudarte, pero eres consciente del cansancio psicológico que supone para quien te atiende (generalmente tu madre) y el peligro de la sobreprotección, que no es bueno ni para el discapacitado ni para el familiar. La dependencia es especialmente dura en aspectos como el control de esfínteres: no estás preparado para que te tengan que asear como a un niño pequeño y no estamos educados en la naturalidad para estos temas. Acostumbrarte a que tus seres queridos te laven o recojan tus heces es una tarea que no llega nunca, y que se complica cuando se trata de encontrar pareja. La lesión medular no sólo te altera la función de la vejiga y el intestino, sino la función sexual. El hecho de que la sociedad exija ciertos estereotipos afecta psicológica y sexualmente a los discapacitados, sientes que nadie se va a fijar en ti, que el simple hecho de no tener una erección te convierte en menos hombre, y nada más lejos de la realidad. Acabas aprendiendo que después de un accidente la sexualidad se vive de otra forma, que no es inferior, sino diferente, e incluso más rica, porque dejas de concebir el sexo tan solo como algo coital y te implicas más en la calidez, las caricias, el erotismo emanado de todos los sentidos. La capacidad de amar y sentir afortunadamente no tiene nada que ver con una médula espinal dañada.


Sentirse querido y hacer que los que te rodean se sientan queridos por tí es la mejor terapia para superar todos los baches que inevitablemente se producen. Y, sobre todo, quererte a tí mismo y no mirar atrás. Aunque te caigas.

Rodolfo Castillo Amaya

APEMEV CANTABRIA

4 comentarios:

Julio dijo...

Es fácil hablar de las consecuencias de los siniestros de tráfico cuando no se han sufrido sus consecuencias de forma directa.
Cuando lo hace de verdad alguien que se ha visto implicado nos quedamos sin palabras, se nos encoge el corazón.
Es un orgullo poder contar con personas como Rodolfo en la lucha contra los accidentes de tráfico. Ánimo amigo eres un crack.

Sandra Varela Pereira dijo...

Concuerdo totalmente con lo afirmado por Julio y me gustaría añadir que tratar de formar a Expertos en Educación Vial sin contar con vivencias personales como las de muchos de nuestros estudiantes tampoco es sencillo... o al menos así lo veo desde mi humilde experiencia en una entidad como la UNED, que lleva años comprometida con la educación vial.

En el caso concreto de Rodolfo, me gustaría añadir que no sólo se ha quitado la silla de la cabeza para ponerla debajo del culo sino que diariamente la está poniendo al servicio de toda la sociedad, sensibilizándonos y esforzándose por hacerlo con profesionalidad; adquiriendo competencias pedagógicas que le permitan convertir una experiencia personal de este calibre en una acción social comprometida por el bien común, a través de la educación y la sensibilización.

Necesitamos más cooperación entre todos los agentes implicados y sobre todo personas tan activas, dispuestas a seguir haciendo camino, a aprender siempre algo nuevo y a compartirlo con los demás como Rodolfo.

Gracias también a APEMEV por difundir siempre iniciativas, experiencias,convocatorias y artículos de interés en materia de educación vial.

Un fuerte abrazo.

francesc Esteban dijo...

Precioso escrito.
Gracias, a los dos, por compartirlo

Francesc.

Julio Magadán dijo...

Es para mi un orgullo que me permitiras ponerme a tú lado para una foto, gracias. Me demostraste y me sigues demostrando, tu grandeza y tu capacidad personal.Y gracias por permitirme tenerte como amigo.

Eres una persona...,también, entrañable.

Nos vemos en Salas.


Julio Magadán.